Cuando padecimos los efectos de la pandemia, con las autoridades obligándonos a permanecer en nuestros domicilios sin poder salir, y en previsión de poder ocupar parte de nuestro tiempo en poder hacer algo, ya que el trabajo había caído en picado, se me ocurrió comenzar a escribir una historia, un libro, aunque no sabía muy bien sobre qué, ni siquiera sobre qué temática. Así es que, después de atender mis obligaciones profesionales de cada día, ocupaba parte de mi tiempo buscando algún artículo en la prensa digital que pudiera hacer volar mi imaginación. Por fin, llegó ese día que tanto esperaba. En cuanto supe que se llevaría a cabo en Londres, la digitalización al completo del Codex Sinaiticvs, y que éste debía de ser reunido de los cuatro lugares de procedencia en los que estaba dividido, me pareció un motivo suficientemente razonable, sobre el que seguir investigando, y poder así, comenzar a enhebrar los hilos principales de mi historia.
Y así fue, como después de documentarme a conciencia y leer más sobre la existencia de los Codex y su intrahistoria, que descubrí no solamente el Codex Sinaiticvs, sino también el Codex Vaticanvs: títulos que dan nombre, precisamente, a mis dos obras. A partir de aquí, me sobrevinieron muchas ideas para tratar de encontrar un hilo conductor que me permitiera relacionar ambos títulos. Y el resultado, es el que encontraréis cuando los tengáis en vuestras manos. Ya me diréis si son un churro o, si por lo contrario, os han hecho pasar un buen rato. Espero y deseo que sea lo segundo.
