(…) El circuito cerrado de televisión de la Galleria degli Uffizzi corroboraba lo que, instantes antes, había afirmado el joven e inexperto vigilante de seguridad Valentino Paolucci, que se estrenaba en su primera guardia del turno de noche. Las pinturas de “Baco” de Miguel Ángel Merisi, más conocido como Caravaggio y de “La Venus de Urbino”, de Tiziano, habían sido sustraídas como por arte de magia y sin que nadie se hubiera percatado absolutamente de nada. Ninguna alarma de las salas en las que había las pinturas se había disparado. Las paredes que hasta hacía unos minutos, alojaban las obras, ahora desnudas, evidenciaban el expolio. Desafortunadamente, éstas no serían las únicas sorpresas con las que se encontarían los vigilantes del museo del turno de esa noche. Poco se podía imaginar Valentino Paolucci, cuando accedió de buena gana a cambiar su turno de guardia con un compañero suyo, para poder preparar mejor los exámenes finales, que esa noche, no sería precisamente una noche tranquila y aburrida como muchas otras (…)
